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Isidro Hernández, interpretado por  Carlos Iglesias, un hombre de cincuenta y nueve años se queda sin trabajo, es en ese momento cuando empieza su particular vía crucis, pues nadie lo contrata por la edad que tiene, decide ser emprendedor y montar una empresa con sus dos inseparables amigos Arturo (Roberto Álvarez) escritor de gran éxito, de novelas románticas, y Desiderio (Ramón Barea) un jubilado muy positivo e inquieto.
Esta ópera prima del director Santiago Requejo, es una crítica a la marginación que sufren los mayores de cincuenta años en el mundo laboral, las empresas apuestan por la juventud y que, como queda reflejado en la película, en ocasiones es prepotente y orgullosa ninguneando y tratando de ridiculizar a los mayores.
Es mucho más importante la imagen que las personas, un mensaje que queda muy claro en esta película.
Los tres protagonistas bordan sus interpretaciones consiguiendo que empatices con ellos de manera inmediata.
Cuenta esta película con tres grandes actrices que derrochan experiencia, realizando un gran trabajo interpretativo, me refiero a Mercedes Sampietro, Ana Fernández y Eva Santolaria, sus personajes aportan mucha profundidad y sentido común cuando las tramas más lo requieren,qué regalo nos hacen las tres con sus interpretaciones.
No negaré que en ocasiones la película cae en un buenismo que se me antoja excesivo pero esto no empaña para nada la crítica explícita a una situación, la de los que somos mayores - pues a los que pasamos de cincuenta se nos considera mayores- que cuando el trabajo escasea o no existe, conseguir otro se antoja muy difícil o casi imposible. Una buena película con un Carlos Iglesias en estado de gracia, arropado por unos grande actores y actrices.

Alberto López Escuer


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