HEMOS APRENDIDO A SONREÍR CON LOS OJOS

 



Hace poco representamos la obra "Cinco horas con Mario en dos sentimientos". Mi hija Paula, que actúa en la obra, se quiso sacar una fotografía con su prima Ana. Gustoso les saqué la foto. Ana me dijo: no sé para qué sonrió si con la mascarilla no se ve.

No le faltaba razón, pero le hice ver que su sonrisa se notaba en sus ojos. Ella sonrió y sus ojos le delataron.

Las mascarillas nos tapan la boca, pero no las ganas de expresarnos. No son buenos tiempos para las muestras de afecto como abrazos, besos y otros gestos que nos acercaban. Eso parece que lo hacíamos hace mucho tiempo, pero no ha pasado ni un año siquiera.

Pero hemos sabido inventar otras expresiones, por ejemplo, a la hora de saludar nos ponemos la mano a la altura del corazón, que ha sustituido al toque de codos.

También hemos aprendido a sonreír con los ojos, cuando llevamos la mascarilla -ese elemento que se ha vuelto cotidiano, hace un año nos hubiera parecido impensable- y que nos tapa más de la mitad de nuestro rostro, los ojos se convierten en el faro de nuestra comunicación.

Hemos aprendido a sonreír con los ojos, se han convertido en el vehículo para que los demás vean nuestro estado de ánimo. Las lágrimas son evidentes, termómetro de cuál es nuestro estado de ánimo, no solo demostramos llorando nuestra tristeza, también la alegría y la impotencia.

Ver sonreír con los ojos es lo que nos queda, que no es poco, diría que es maravilloso.

Es captar un momento de alegría en los tiempos difíciles que estamos viviendo. Hemos aprendido a sonreír con los ojos por la necesidad de comunicarnos.

 

Alberto López Escuer

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

QUIERO HECHOS, NO PALABRAS. SI QUIERO PALABRAS, ME LEO UN LIBRO

SARA MORTENSEN, O EL TRABAJO BIEN HECHO

JOSEAN, EL HOMBRE SERENO