CUATRO MUJERES EN UNA FOTO EN BLANCO Y NEGRO
No
hace mucho volvió a mí una foto muy especial donde salían cuatro mujeres. Una
foto que como mínimo tiene cuarenta años o diría que más. En ella se
pueden ver a mis tías Paca y Carmen, a mi madre y a mi abuela Marcelina. Creo
recordar que está sacada en una boda de uno de mis primos, concretamente en la
de Roberto y María Jesús.
Son
cuatro mujeres a las cuales la vida les deparó de todo y no siempre bueno. Son
un referente para mí, pues tantas veces como cayeron volvieron a levantarse.
Siempre miraron al frente. En su diccionario no existía la palabra rendirse,
fueron unas auténticas luchadoras. Vivieron una guerra, con lo que todo
ello conlleva y una postguerra, en una España donde se pasaba hambre, pero
ellas junto a sus maridos supieron sacar adelante a sus respectivas familias.
Seguro que vivieron momentos difíciles pero no se desanimaron, siguieron
haciendo camino y no miraron hacia atrás. Cada una de ellas tendría para
escribir un libro sobre su vida.
En
esa foto transmiten cada una a su manera, serenidad, orgullo de estar juntas y
alegría.
Pese
a ser una boda todas van de luto, me recuerdan a las protagonistas de La casa
de Bernarda Alba, la afición por la lectura, el cine y el teatro me la
transmitió mi madre. Cada una tendría su motivo para llevarlo. A mi abuela
Marcelina siempre la conocí vestida de negro. Ninguna de ellas está entre
nosotros, su ausencia ha dejado un vacío muy grande en sus familias. Todas
ellas están en los corazones de quienes tuvimos la suerte de
conocerlas y quererlas, fue un honor que fueran mis tías, mi madre y mi abuela.
La
contemplo con cierta devoción. Cada una de ellas significa mucho para mí. Una
de ellas me dio la vida y de ella aprendí las mejores lecciones de vida. Mis
tías
Carmen y Paca fueron otras luchadoras, un ejemplo a seguir. De cada una de
ellas guardo un recuerdo distinto pero bueno, entre ellas se querían mucho, lo
sé porque se lo oí decir en muchas ocasiones.
En
esa foto están juntas, como cuando vivían bajo el mismo techo en su Almudévar
natal. Luego la vida llevó a unas a Zaragoza y otras a Huesca, pero
siempre que podían se veían. Les unían unos lazos inquebrantables como son los
lazos del amor. Seguir su ejemplo es hacer vida, el diálogo, el amor y la
familia.
Alberto López Escuer
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