LA MALA EDUCACIÓN, BASADO EN HECHOS REALES
Siempre se repite la misma historia día tras día. Suelo tomar café en una cafetería cerca de mi casa, es un momento de descanso entre el trabajo y las clases que recibo a la tarde. Más o menos sobre la misma hora entra un grupo de personas hombres y mujeres, en algunos casos trajeados, todos muy elegantes y divinos de la muerte.
Entran sin decir ni un buenos días. Algunos me miran pero, nada de nada, ni un buenos días. Miran con suficiencia. Cuando se sientan suelen despellejar al que no está. Ellos lo hacen todo bien según deduzco antes de sumergirme en mi lectura diaria.
Que las apariencias engañan está claro, que la educación no es cuestión de cultura o de vestir bien cada día lo tengo claro. Ese grupo, que trabaja cerca de la cafetería, lo demuestra con creces. Son personas muy mal educadas, que son incapaces de decir un simple buenos días. Por desgracia no son los únicos, es una costumbre que se va extendiendo en nuestra sociedad. Personalmente me ha pasado entrar en un lugar decir buenos días, tardes, noches según la hora del día que lo haga y no contestar nadie. Una pena pero es lo que hay.
La mala educación se extiende y parece ser que sin remedio, se normaliza sorprendentemente.
Cada mañana cuando ninguno de esos personajes entra en la cafetería como burros con orejeras, hacen gala de lo mal educados que son. Lo peor es que no se dan cuenta, pues han normalizado la mala educación.
Alberto López Escuer
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