RENDIRSE NO ES UNA OPCIÓN
Hace mucho tiempo que te
conozco Ana. Somos amigos y también confidentes. Una tarde me llamaste y me
dijiste que querías hablar conmigo. Tu tono de voz era triste. Dejé lo que
estaba haciendo y quedamos en tu casa, cuando me abriste la puerta tu rostro
estaba pálido, me preocupaste.
Nos sentamos en el sofá y me miraste a los ojos, en ese momento me dijiste
que te había diagnosticado cáncer de mama.
Me quedé en silencio, es lo
mejor si lo que vas a decir no lo va a mejorar, me cogiste de las manos y
lloramos juntos en silencio. Ese fue el único momento que
lo hiciste.
Te dije que te acompañaría en lo que necesitaras en ese camino que empezabas,
un camino incierto.
Fue pasando el tiempo y tu
fortaleza fue muy grande. Ibas a las sesiones de quimioterapia con optimismo de
que pese a sus secuelas era el camino para vencer el cáncer o, como decías tú, el bicho que te había mordido.
Seguro que pasaste momentos
duros, como muchas mujeres que padecen lo mismo. Me decías que estabas en un túnel. Yo te trataba de animar diciéndote que al final del túnel siempre llega la luz. Sonreías y me abrazabas en señal de agradecimiento-aunque
el que te tenía que estar agradecido era yo. Me diste toda una lección de vida, de lucha y optimismo. No era fácil, sin duda, pero como decíamos, “Rendirse no es una opción” cuánto nos gusta esa frase ¿Verdad Ana?.
La luz al final del túnel llego. Venciste al bicho, no sin secuelas
físicas, pero eso nunca te importó. Como decías, la
verdadera belleza es la vida y yo me siento muy viva después de lo que he pasado.
Ahora perteneces a una
asociación que ayuda a mujeres que están pasando por la misma situación que pasaste tú. Siempre fuiste muy solidaria.
Muchas mujeres como tú, Ana, han pasado o están pasando cáncer de mama, sois unas luchadoras, un ejemplo para muchos. Ana, me
has regalado tu amistad y tu ejemplo, gracias por estar en mi vida.
Alberto López Escuer
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