LES HAN ROBADO SU INFANCIA


 


Tendrían que estar jugando con sus amigos o amigas, ir al colegio, divertirse, corretear por las calles, reír con ganas junto a sus familiares, ser abrazados por sus padres. Disfrutar de los caprichos que les concedían sus abuelos. Y mil cosas más que se hacen a su corta edad.

Pero para los niños y niñas ucranianos todo eso ha acabado de golpe. Los que han podido salir del país son unos privilegiados -aunque su futuro sea incierto -, otros están escondidos en búnkers soportando los bombardeos rusos, pero también los hay que han perdido la vida.

A los niños ucranianos les han robado su infancia de una forma infame. Luchan por sobrevivir sin comprender el porqué, de la noche a la mañana, su casa ha sido destruida y su ciudad es un infierno.

Hoy lloran la ausencia de su padre o su madre, su sonrisa se ha borrado de sus rostros. No juegan, el colegio quedó atrás, sus compañeros de clase quién sabe dónde estarán, tal vez algunos hayan muerto. El miedo se ha alojado en su interior, un miedo cruel lleno de incertidumbres para la corta edad que tienen.

Hay niños que sus padres, en un gesto desesperado porque sobrevivan a la barbarie, los han montado en autobuses o trenes solos para que salgan de Ukrania y alguien los pueda acoger al otro lado de la frontera.

Les han robado su infancia, la han llenado de dolor, desesperación y llanto.

Las consecuencias de todo ello son impredecibles, ya nada será lo mismo para ellos. Les han arrancado de cuajo sus sueños de niños, su posibilidad de vivir felices junto a los suyos. No lo comprenden si para los mayores es difícil hacerlo, imagínense para estos infantes-.

Les han robado unos años preciosos y valiosísimos, todo por culpa de un hombre sin escrúpulos. Vladmir Putin

 

Alberto López Escuer

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