CUESTIÓN DE ESPEJOS
Pensando y repensando el
tema de esta entrada para este blog, encontré la respuesta una mañana
afeitándome. Las musas son así de imprevisibles y caprichosas por eso estoy
enamorado de ellas.
Muchas personas se pasan el
día criticando a los demás, sacándoles defectos, juzgando sus actitudes, que si
son muy serias, que si se ríen por nada, que si les gusta tal o cual cosa… la
verdad es que debe ser muy agotador estar siempre fijándote en tu prójimo en lo
que dicen, hacen, se ponen o le que les gustan para criticarlos.
Creo que el problema de
estas personas se solucionaría si se compraran un buen espejo para su casa. Si
es posible de cuerpo entero, para que se vieran bien cada vez que se pusieran
delante de él y vieran que lo que critican de los demás lo tienen ellos
multiplicado por diez o más. Entonces se lo pensarían a la hora de hablar,
porque personas así cuando están guapas es cuando están calladas.
Piden respeto para lo suyo –
que suele ser lo mejor porque ellas lo valen, no les hace falta más argumento-
y no lo tienen para los otros.
La ley del embudo es su
estilo de actuar tocándole la parte ancha para ellos, ¡Faltaba más! y la estrecha para el resto.
Tendrían que mirarse con
atención y con objetividad delante de un buen espejo, e igual se les caería la
cara de vergüenza. Aunque para eso hay que tenerla, me refiero a vergüenza,
pues cara la tienen y muy dura. Te juzgan mirándote por encima del hombro, los
muy prepotentes. Luego cuando ellos hacen lo que critican, siempre tienen una
excusa que les justifica.
Me he topado con más de uno que
parece que no tienen espejos en su casa. Son muy buenos en lo suyo, que no es
otra cosa que criticar y creerse mejor que nadie. Pobrecitos ignorantes, que
pena me dan.
Lo dicho, es una cuestión de
espejos, ni mas ni menos, ni menos ni más.
Alberto López Escuer
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