Asistir a un concierto de la
pamplonesa Amaia Romero es ser testigos de la evolución de una artista, en
todos los sentidos. Sus temas los hace a fuego lento, sin prisa, hasta que
consigue lo que su inspiración le dicta. Después de salir de la academia de
Operación Triunfo tardó en sacar álbum. Todos parecieron ponerse nerviosos por
esa tardanza menos ella. Amaia supo desde el principio marcar los tiempos de su
carrera musical, no quería prisas, ella es una mujer que transmite
tranquilidad.
Ahora en estos momentos
sigue tomándose las cosas con calma. Sus temas son redondos y las versiones que
hace de otros, si no las mejora por lo menos las iguala, que no es poco.
Tiene toda una carrera por
delante, ella no busca el éxito fácil, bien lo está demostrando.
En cada uno de sus
conciertos cuelga el cartel de entradas agotadas.
Vi su último concierto en
Pamplona y aquello de no ser profeta en su tierra no va con ella, triunfó por
todo lo alto.
Amaia es una artista total, cuida
cada mínimo detalle, pero también es espontánea, llenando de calidez el
escenario. Derrocha energía y profundidad en cada una de las canciones que
interpreta.
Frágil en ocasiones, firme
en otras, va desgranando un espectáculo de gran calidad al alcance solo de unos
pocos.
Una de sus últimas
colaboraciones ha sido con Rigoberta Bandini revisando un tema que muchos de
nosotros- de la generación de los padres de Amaia- cantamos cuando éramos niños,
interpretada por los payasos de la tele -cuánto ha llovido desde entonces-. Ellas
le han dado una visión más adecuada a los tiempos -Así bailaba-, que ha hecho
mucho bien a todas las jóvenes y niñas.
El nombre de Amaia Romero va
ligado a las cosas bien hechas y de composiciones de calidad que probablemente
resistirán el paso del tiempo, que es lo que les pasa a los grandes
compositores y Amaia lo es. Tiene las ideas muy claras de lo que quiere y lo
demuestra en cada uno de sus trabajos.
Alberto López Escuer
Fotografía: Paula López Ferrer
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