ES MEJOR MIRAR A OTRO LADO

 


Hay personas que, cuando alguien de su alrededor está sufriendo ni se inmutan, no hacen nada por ayudarles, aunque se lo pidan.

Recuerdo un episodio de una persona que me contó que estaba pasando un problema de salud y llamó a una persona de su entorno -amiga no era como quedó demostrado por su respuesta – le espetó “A mi no me vuelvas a molestar”. Al oír esto se quedó helado pero asumió, no le quedó más remedio. Este tipo de personas tienen un grado inhumano que a veces asusta, espero que cuando les toque a ellas pasarlo mal no se encuentren a personas como ellas.

Alguna conozco yo cercana y lo curioso es que va de buena persona, parece que no ha roto un plato nunca, pero puedo asegurar que ha roto una vajillería entera. Detrás de su cara de bondad se esconde una persona fría y con poca empatía, que saca mil excusas para no ayudar a quien lo necesita, pero bueno tampoco querría gastar mucha más energía en este tipo de personas.

Les es más cómodo mirar hacia otro lado o hacerse el sueco -pido perdón a los habitantes de Suecia que ellos en este caso no tienen la culpa de nada- no vaya a ser que no les quede más remedio que echar una mano a personas que no desean.

Son de una pobreza supina. Antes aún me enfadaba cuando veía que actuaban así, pero ahora me producen pena pues son pobres de espíritu y de alma. Trato de tomármelo con humor, me río de ellos pero no con ellos, no son buena compañía. También me viene a la mente ese poema del Pastor Luterano Martín Niemöller, que les va como anillo al dedo a este tipo de personas.

 

 

«AHORA VIENEN POR MÍ, PERO ES DEMASIADO TARDE»

 

«Primero se llevaron a los judíos,

pero como yo no era judío, no me importó.

Después se llevaron a los comunistas,

pero como yo no era comunista, tampoco me importó.

Luego se llevaron a los obreros,

pero como yo no era obrero, tampoco me importó.

Más tarde se llevaron a los intelectuales,

pero como yo no era intelectual, tampoco me importó.

Después siguieron con los curas,

pero como yo no era cura, tampoco me importó.

Ahora vienen por mí, pero es demasiado tarde.»

 

 

Alberto López Escuer

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