SOMBRAS DEL AYER

 



Ahora solo se oye el sonido del viento entre sus casas vacías, donde antes había risas y conversaciones ahora reina el silencio, la hierba se abre paso en cualquier lugar.

Hace años que su último habitante se marchó, nadie queda que recorra sus calles, ha sido abandonado. Muchos pueblos en nuestra geografía viven esa situación.

El escritor Julio LLamazares escribió “El agua amarilla” sobre uno de estos pueblos. Esto me hizo tomar conciencia de esta situación. El verano pasado tuve la ocasión de estar en uno de ellos con mi hija, sus casas transmitían tristeza, podías imaginar un pasado lleno de vida, casas habitadas, personas reuniéndose en la calle para charlar o delante del fuego en las frías tardes de invierno… ahora sus edificios se caen, los animales campan a sus anchas entre ellos, algunos se resistieron a abandonar sus raíces pero no tuvieron más remedio que hacerlo entre lágrimas sabiendo que tal vez no volverían más.

Se te encoge el corazón cuando paseas por ellos, son pueblos donde solo habitan los recuerdos de lo que fueron. Los lugareños están lejos de ellos, tal vez en grandes ciudades donde todo es impersonal, nada que ver con la realidad que vivieron cuando estaban en ellos.

Pueblos donde solo se pueden ver las sombras del ayer, un tiempo que no volverá y que cuando una de sus casas se cae las que se mantienen en pie lloran, pues saben que pronto ellas seguirán el mismo destino.

 

Alberto López Escuer

Comentarios

Entradas populares de este blog

QUIERO HECHOS, NO PALABRAS. SI QUIERO PALABRAS, ME LEO UN LIBRO

SARA MORTENSEN, O EL TRABAJO BIEN HECHO

JOSEAN, EL HOMBRE SERENO