Y LA NOCHE SE ENAMORÓ
En la mesa del restaurante no cabía nadie más, sólo ellos, era su momento. Sus miradas cómplices delataban que era un momento especial para Beatriz e Imanol. Él, se fijaba en los preciosos ojos de Beatriz. Ella, le cogía la mano con suavidad. Ambos habían soñado con estar así, habían sabido crear un clima de amor, ternura y cariño.
Cualquiera que fuera testigo de ese momento podía ver y sentir cómo Beatriz e Imanol se querían. La noche transcurría como un rio tranquilo, el tiempo se había detenido, hablaban suave y llenos de complicidad, Vivian el presente de ese instante como un regalo. Frente a frente sus rostros eran un espejo que reflejaba el profundo amor que se profesaban.
Con sus miradas componían la poesía más bella del mundo y sus palabras eran la banda sonora de lo precioso que era ese encuentro.
La velada transcurría con la serenidad y la ilusión que requieren esos momentos tan especiales. Pasearon por un parque, era su parque, donde una tarde de primavera Imanol sentado en un banco leyendo vio pasar a Beatriz, a la cual ya conocía, pero que esa vez, cuando sus miradas se cruzaron, se dio cuenta que era una mujer especial.
Beatriz también recuerda ese momento de una manera clara y llena de amor. Las estrellas esa noche lucían a los ojos de Beatriz e Imanol con un brillo más intenso.
Imanol la abrazó y mirándola a los ojos le dijo ¿Sabes una cosa Beatriz? Ella le respondió ¿qué? Que te quiero, le dijo Imanol y Beatriz sonriendo contestó yo también a ti. Y la noche se enamoró.
Alberto López Escuer
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