“GUAPITOS Y FEÍTOS”
Hay un amigo mio que dice de otra persona que ambos conocemos, que divide a las personas entre “guapitos y feítos”, los “guapitos” son los que triunfan, los que tienen poder o los que están en la cresta de la ola. A ellas, este personaje, se acerca con frecuencia, está atenta a sus logros, les aplaude y es capaz de recorrer de Valparaíso a Pekín con tal de estar a su lado en su momento de gloria.
Es servil con ellas, les ríe todas las gracias -aunque no tengan ni pizca de gracia-, les alaba en todo y a sus ojos no tienen ningún defecto.
En cambio, los “feítos”, para esta persona, es todo lo contrario, los considera inferiores a él.
No pierde un segundo con ellos, siempre encuentra un pero para lo que hacen, no los apoya en nada, ni les ríe las gracias, aunque realmente sean graciosos.
En su institución siempre ha estado en puestos de mando, cuando acababa su mandato siempre se las ha apañado para seguir. Es una persona que a sus superiores simpre les dice lo que quieren oír. Conoce los entresijos para poder seguir ostentando cargos, por eso cuando se le lleva la contraria - cosa que lo lleva bastante mal, sobre todo si eres un “feíto”, enseguida te dice, se hace así porque yo soy... en los puntos suspensivos dice el cargo que ostenta, señal de falta de argumentos.
Esta persona no es fruto de mi imaginación, existe y yo la he sufrido, pues para ella soy un “feíto”, y si tuve algun momento de éxito, para él, me consta que pensó fue fruto de la casualidad y no del trabajo. Si el éxito fuera de un “guapito” no dudaría en decir delante de él que todo ello se debe a su gran trabajo -aunque no sea verdad- ustedes me entienden.
Dice la leyenda que un acto en el que estaba presente, de 11 fotos que se sacaron del mismo, él apareció en 12, y siempre en el centro, pues también su afán de protagonismo es enfermizo.
Nunca lo verás en las periferias, ayudando a quien más lo necesita, el mancharse, lo justo o más bien nada, le van más las alfombras y los oropeles, siempre aplaudiendo al triunfador, acercándose a su vera. Personalmente estoy muy orgulloso de ser un “feíto” a sus ojos. Personas así, cuanto más lejos mejor, no me aportan nada, más bien me producen vergüenza ajena.
Alberto López Escuer
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