No olvidamos esa fecha, todos sabíamos donde estábamos, con quién comentamos lo ocurrido y qué hicimos los minutos posteriores de aquel 11 de Marzo del 2004.
Todos nos bajamos en Atocha y nos quedamos en Madrid como dice Joaquín Sabina, madrileño de adopción.
Las bombas que iban en esos trenes provocaron una masacre, llenaron de muerte todo un país, un dolor intenso recorrió nuestra geografía de norte a sur y de Este a Oeste.
De alguna manera todos viajamos en esos trenes que tantas vidas segaron, dejando sin futuro a tantas personas. Nos sentimos cercanos a las víctimas y a sus familiares.
El 11-M, como así pasó a llamarse esa masacre despiadada, nos hace recordar lo peor del ser humano, pero también lo mejor. Me quedo con lo último, esas personas que se lanzaron a ayudar en esos primeros instantes, momentos iniciales llenos de confusión y de miedo. Todo Madrid se movilizó para ayudar en lo que buenamente pudo.
Recuerdo el silencio del lugar donde estaba cuando me enteré de la noticia. Todos estábamos pendientes de la radio y de la televisión.
El llanto de los supervivientes se te clavaba en el alma, los heridos, eran trasladados a los diversos hospitales y familiares buscaban a los que todavía no sabían dónde estaban y viajaban en esos trenes. Algunos los encontraron heridos en los hospitales, a otros tuvieron que identificarlos porque estaban muertos.
Fueron 192 muertos y 1.875 heridos, los que esos terroristas en nombre de no se qué Dios dejaron tras de sí.
Un día que cambió la historia de nuestro país. Imposible de olvidar. Estos años se ha hablado más de lo que rodeó esa jornada, sobre todo de la actuación del gobierno que dejó mucho que desear, que de las propias víctimas. Los supervivientes de ese atentado tienen que vivir día a día con el fantasma del mismo y así hasta las dos décadas que han pasado desde ese dia.
Fue una sin razón, un reguero de muertos y heridos que no olvidaremos. Muchas vidas por vivir que se vieron truncadas esa mañana del mes de marzo, todos los proyectos vitales, profesionales, ilusiones, anhelos y esperanzas quedaron en las vías que les llevaban a Madrid, a sus trabajos, estudios en definitiva a sus quehaceres, como un día más que para 192 fue el último y para 1.875 les cambió la vida de una manera dramática.
El 11 de Marzo del 2004 fue un día al que a todos se nos partió el corazón,
hoy hace 20 años.
Alberto López Escuer
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