TEATRO EDUCATIVO, MUCHO MÁS QUE PREPARAR UNA OBRA

 



 

«A mí el teatro me ha ayudado a construirme como persona. Hasta en la época rebelde de secundaria me quedé en el colegio sólo por el teatro».

Estas palabras son de María Cubero, miembro del Grupo de teatro de los Salesianos de Guadalajara, antigua alumna del colegio y que en la actualidad trabaja como productora en RTVE Deportes.

Este es un testimonio con el cual me siento muy identificado. Lo   he vivido en primera persona cuando pertenecía en mi comienzos al grupo de teatro del del Club Parroquial Sandoma en Huesca, en 1981. Como ahora, cuando dirijo varios grupos que tienen esta característica, es una experiencia  que va  mucho más allá de preparar una función, el teatro es un transmisor de valores. María y yo, aunque en diferentes lugares y épocas, hemos bebido de las mismas fuentes, por eso la entiendo perfectamente y estoy de acuerdo con ella.

 

LA RIQUEZA DEL CAMINO QUE SE RECORRE

Los espectadores que van a una obra de teatro ven el resultado final de muchos meses de trabajo. Tras cada obra de teatro hay un proceso que se cuece a fuego lento, desde los comienzos, la elección del texto o la escritura del mismo hasta que llega el momento de su puesta de largo.

En todo este proceso hay buenos y malos momentos, como en la vida, pero si se trabaja en equipo esto se puede sobrellevar mejor. La ayuda entre todos los miembros del equipo, tanto los que están sobre el escenario como los que están detrás de él es esencial. Todos son importantes, su labor enriquece la obra. Hay muchos que trabajan en un obra pero no se les ve, técnicos, encargados de vestuario, los que preparan el atrezzo, los escenógrafos...aportando cada uno su grano de arena para que el proyecto salga bien.

Este proceso no lo ve el espectador, pero es un camino muy bonito, donde la transmisión de valores surge en él cada día.

Aceptar al diferente, al que no piense como tú, pues todos trabajan por el mismo fin, como he citado anteriormente.

Durante diez años dirigí el grupo de teatro de los salesianos de Pamplona y los musicales fueron el santo y seña de dicho grupo, aunque tampoco se dejó al teatro clásico, soy un ferviente defensor de estilo teatral. Fueron unos años donde personas de diferentes edades compartían ensayos. Eran momentos de gran intercambio generacional, puntos de vista diferentes, maneras distintas de ver las cosas, pero que se unían desde el momento que el director daba comienzo al ensayo.

Mucha gente mirando al mismo horizonte, los nervios salían a flote conforme se acercaba el momento del estreno o cuando algo no salía como estaba previsto, pero siempre conseguíamos encontrar la solución.

Como en todo colectivo humano había diferencias, no lo vamos a pintar todo de color de rosa, a veces el gris también se hacía presente, pero son cosas que ocurren, momentos difíciles, personas que piensan que son Meryl Strepp o Al Pacino. Los “egos” es otro aspecto que hay que trabajar. Todos los personajes son importantes, desde el que tiene más protagonismo al que tiene menos.

El camino recorrido en cada obra hasta el estreno son toda una lección de vida que vale su  peso en oro.

 

EL CASTING ES NO DECIR NO

Hay grupos de teatro de asociaciones, colegios, colectivos que hacen un casting para elegir el elenco, me refiero a grupos aficionados claro. Personalmente como director rara vez lo hago. Evidentemente las compañías profesionales hacen casting, pero eso es otra historia, que aquí no viene al caso.

En los grupos que he dirigido lo importante es divertirse, sin presiones extras, que más que ayudar atenazan.

La clave, en mi opinión, es observar y dar el papel principal, no al que mejor lo haga, sino al que más lo necesite. Aquellas personas que nunca han tenido la oportunidad de destacar, que siempre han sido relegados a un segundo o tercer lugar.

Que por una vez sean los protagonistas, puede ayudarles a ser conscientes lo mucho que valen y las cualidades que tienen. Equivocarse es parte de nuestra vida y si ellos lo hacen no pasa nada, todos lo hacemos alguna vez. Lo importante es que se diviertan y quitar dramatismo a los posibles fallos, los ensayos están para corregirlos y si pasa en el estreno, no es es el fin del mundo.

El fracaso forma también parte de la vida y es bueno saber gestionarlo para poder aprender de él, para que en otras ocasiones que se dé.

También he utilizado este sistema de elegir el elenco en otros grupos que he dirigido o dirijo actualmente, por ejemplo en el taller de teatro del Centro Penitenciario de Pamplona.

Un taller con unas características especiales, donde los ensayos son una bocanada de aire fresco en el día a día de los reclusos que participan en él.

Les digo que los problemas los dejen fuera durante los ensayos, no los tendrán solucionados, pero durante las dos horas que están sobre el escenario, al menos, se olvidaran de ellos.

Es una experiencia muy bonita, los actores y actrices lo dan todo para que salga bien, se convierte en un reto para ellos, la mayoría, por no decir todos, son debutantes sobre el escenario, pero se sienten motivados y con ganas para afrontar la experiencia.

El teatro educativo ayuda a construir personas, a trabajar en equipo, a unir generaciones, a ser solidarios...y muchos valores más que se dan cita en cada ensayo, de una forma natural y sin casi darte cuenta.

Me siento deudor del teatro educativo, pues en mi vida me ha ayudado mucho y son más de cuarenta años haciendo teatro con este estilo, que tanto bien hace.


Alberto López Escuer 

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