"LO DE ÉVOLE”, OTRA TELEVISIÓN ES POSIBLE

 



No hay gritos, ni estridencias. Son entrevistas que transitan por los caminos de la tranquilidad. Periodismo en estado puro, sereno, donde se aprende mucho. Podrá gustarte más o menos el invitado o invitada, pero Jordi Évole sabe sacar lo mejor de cada uno de ellos. No se priva de hacer ninguna pregunta por muy incómoda que llegue a ser, de eso no hay duda. Amén de ser un gran periodista, lleva muchos años demostrándolo, es un dominador absoluto de las entrevistas por su modo y forma de hacerlas. Todo está cuidado desde el lugar donde se hace, hasta los tiempos de los que es un gran dominador.

A fuego lento, con tranquilidad, sin prisa se cuecen las entrevistas de este programa. Tal vez ese sea el éxito de las mismas. Decir que Jordi Évole transmite mucha tranquilidad, no se altera por nada, mantiene siempre del mismo tono, que lejos de poder aburrir lo hace más interesante.

Soy un fiel seguidor del periodista catalán, algún palo me ha caído en las redes sociales por decirlo, pero como reza el dicho popular, para gustos están los colores, no voy a entrar en discusiones con quien no respeta el gusto de los demás.

Un programa que transcurre en aguas tranquilas, que trata temas interesantes con personas que aportan mucho.

Por Lo de Évole” no sólo pasan personas conocidas en algún ámbito, sino también personas anónimas, que visibilizan algún problema o situación que merece conocerse o denunciar.

Una de las últimas entrevistas que me ha gustado mucho fue la del actor Eduard Fernández. Habló sin tapujos de sus adicciones, cosa que antes no había hecho, en un clima de confesión como si estuvieran ellos solos sin que nadie los estuviera viendo, dos amigos en un paraje precioso del Pirineo compartiendo confidencias y una tortilla de patatas

Lo de Évole” es un programa humano, que se aleja de las polémicas, que entrevista a quien quiere, digan lo que digan después. Recuerdo la entrevista que le hizo al etarra Josu Ternera, que algunos decían que lo estaba blanqueando y fue todo lo contrario lo dejó en evidencia. Sus preguntas sacaron lo que realmente era, un ser despiadado y sin ningún ápice de arrepentimiento de las barbaridades que hizo.

Jordi Évole escucha, da el tiempo que necesite el invitado para responder , no  interrumpe, deja que la conversación fluya, domina mucho los silencios. Me recuerda a otro maestro de las entrevistas que era Jesús Quintero,El loco de la colina”, silencios que muchas veces son respuestas o momentos para asimilar lo que se ha dicho.

Programas como Lo de Évole” dignifican la televisión y hay esperanza de que es posible hacer una televisión mejor.

 

Alberto López Escuer

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