CUARENTA Y CINCO AÑOS DEL MARTIRIO DE OSCAR ROMERO
El 24 de Marzo de 1980 Monseñor Romero era asesinado mientras celebraba la eucaristía. Una muerte que algunos deseaban y muchos temían.
Vivía en un pueblo que era perseguido y asesinado impunemente Romero denuncio esta situación y cargo junto a sus feligreses esa cruz.
Como he podido leer, sus homilías eran denuncia y profecía sufrió con su pueblo y murió por el.
No le importo que sus enemigos fueran mas poderosos que el, contaba con la fuerza del Evangelio, en muchas ocasiones contó con la incomprensión de quienes le tenían que apoyar.
Apuro el cáliz del martirio y hoy treinta icinco años después de su muerte se le sigue recordando la huella que ha dejado es muy profunda por desgracia su muerte no fue ni la primera ni la ultima hubo mas.La iglesia salvadoreña opto por el compromiso y la solidaridad con el pueblo y lo pago muy caro. Muchas vidas quedaron por el camino por ser la voz de los que no tenían voz.
El 24 de Marzo del 2025 se cumplen cuarenta y cinco años del asesinato de Monseñor Romero, el próximo 23 de mayo será beatificado en San Salvador del 2015 fue beatificado y el 14 de octubre de 2018 canonizado ambas por el Papa Francisco.
Aunque en en continente americano ya se le conocía como San Romero de América, el pueblo lo había elevado a los altares.
Monseñor Romero murió celebrando una eucaristía su sangre fue derramada por defender a los débiles el hizo opción preferencial por ellos.
Como dijo el Jesuita Ignacio Ellacuria que en 1989 fue asesinado junto a otros compañeros
“Sobre dos pilares apoyaba Monseñor Romero su esperanza: un pilar histórico que era su conocimiento del pueblo al que atribuía una capacidad de encontrar salidas a las dificultades más graves, y un pilar trascendente que era su persuasión de que últimamente Dios era un Dios de vida y no de muerte, que lo último de la realidad es el bien y no el mal… Con Romero, Dios pasó por El Salvador”,
Vivió en clave evangélica amo a su pueblo hasta el extremo dio la vida por ellos sufrió y murió con ellos. No se callo ante el poderoso, todo lo contrario les dijo a la cara lo que pensaba, que estaban matando a gente inocente
Sus ultimas palabras son toda una declaración de lo que fue su vida una entrega por para los demás.
Que este Cuerpo inmolado y esta Sangre sacrificada por los hombres, nos alimente también para dar nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor, como Cristo, no para sí, sino para dar conceptos de justicia y de paz a nuestro pueblo." (Homilía 24 de marzo de 1980, VIII p. 384).
Después sonaron los disparos que le segaron la vida.
Alberto López Escuer
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