ÁFRICA BAETA: “EL PERIODISMO ES UNA FORMA DE VIDA”
África Baeta es una periodista que es referente en su profesión, tremendamente positiva, vive con pasión su profesión, algunos disfrutamos con su manera de hacer periodismo, bien harían las nuevas generaciones en fijarse en África Baeta una periodista respetada.
¿Cuándo tuviste claro que te querías dedicar al periodismo?
Es algo muy vocacional. Desde muy pequeña jugaba a ser periodista. Creo que nací siendo tremendamente inquieta y necesitaba entender el sentido de la vida. Ahí empezó todo, jugando a grabar programas de radio con un magnetofón y diciendo las lecciones de clase a una cámara imaginaria que situaba en un punto fijo de la pared de mi habitación. Quizá mi forma de ver el mundo estaba ya repleto de incógnitas que me inquietaban.
Tu carrera la has desarrollado mayormente en la televisión ¿Ese medio te elegio a ti o tu lo elegiste a el?
Creo que yo lo elegí a él. Siempre me ha fascinado el poder de la imagen y el cine. Recuerdo que una de las primeras prácticas que hice durante la carrera fue en una productora de Barcelona. Llegué a un acuerdo con ellos: mi trabajo a cambio de que me enseñaran a editar. Así que cuando terminaba mi jornada laboral asistiendo a rodajes de cine, alguien se quedaba conmigo y me enseñaba a editar en betacam. El arte de contar historias a través de la imagen, siempre me ha fascinado. En los últimos años de carrera ya me especialicé en producción y programación audiovisual.
¿Qué te aporta el periodismo a tu vida?
El periodismo es una forma de vida. Es ese gusanillo interno que te empuja a sentir todo con una intensidad casi visceral. Te lleva a investigar, a vivir los hechos en primera persona, a escuchar a quienes las protagonizan sin juicio y con empatía. Es una vocación pasional y muy difícil de explicar con palabras, pero imposible de ignorar cuando la llevas dentro.
¿Cuales han sido tus referentes profesionales?
Para mí, los corresponsables son grandes referentes. Representan la forma más auténtica y humana de hacer periodismo. Para poder contar lo que sucede, hay que estar en el lugar de los hechos, sentirlo en primera persona, vivirlo. Por eso, muchos compañeros de EITB son una inspiración para mí. En cuanto al estilo comunicativo, reconozco que cuando empecé me atrapó especialmente la manera de comunicar de Lorenzo Mila y Àngels Barceló. Tienen esa gran cualidad de sentir lo que cuentan y se nota en cada palabra, en su forma de expresarse, de mirar y de hacer periodismo.
Eres docente ¿Como ves a las generaciones actuales de periodistas?
Están tremendamente preparadas. Hace unos años tuve que dejar de impartir clases en la universidad porque no podía llegar a todo., pero fue una etapa que disfruté muchísimo y que echo mucho de menos. Los jóvenes apasionados por esta profesión tienen sus alas listas para volar donde sea. Hablan varios idiomas, dominan las nuevas tecnologías y, gracias a las redes sociales, tienen un gran manejo del mundo audiovisual. Pero, además, poseen una mirada crítica que les permite cuestionar muchos patrones que la sociedad ha asumido como normales a pesar de ser profundamente incoherentes. Escuchar sus argumentos, aprender de su perspectiva y dejar que te inviten a ver el mundo a través de sus ojos es un regalo.
¿Cómo es un día en tu vida?
Intenso. Varios días a la semana suena el despertador a las cinco y media de la mañana. Cojo el primer bus de la mañana y para las seis y media ya estoy en el gimnasio. A las ocho y media entro en ETB y comienza el ritual: maquillaje, peluquería.... Después llega la reunión de la escaleta, donde definimos los contenidos del día y arranca el trabajo en redacción: informarse a fondo, escribir el guion, contrastar datos. Cuando no estoy fuera o viajando para algún informativo especial, las tardes las dedico a mi otra gran pasión: escribir, estudiar, el autoconocimiento, el coaching y la danza primal.
¿De qué manera ha evolucionado el periodismo desde que tú empezaste?
Todo ha cambiado a la velocidad del rayo. Cuando entré en televisión, aún se enviaban las cintas grabadas en Madrid por avión. Internet era un territorio por descubrir, y ni imaginábamos que la Inteligencia artificial formaría parte de nuestras vidas tan rápidamente. El periodismo de mis inicios era diferente, de trinchera, podríamos decir. No teníamos miles de vías digitales por las que llegaba la información. Era un periodismo aún más de calle que el de ahora, de patear, de hacer millones de llamadas, de mirar a los ojos. Quizá por eso me fascina tanto el trabajo de corresponsal: porque, en esencia, sigue conservando ese espíritu genuino del periodismo tradicional. El periodismo de ahora tiene muchas ventajas, pero también afronta otro gran desafío: llega tanta información que es esencial contrastar cualquier información que te llega acudiendo a las fuentes originarias. Asimismo, es un reto aportar por buscar siempre historias propias, noticias diferentes te distingan, ya que casi todos los medios acaban siempre abordando los mismos temas.
¿Cuál es la fórmula para combatir las fake news?
Poner siempre todo en duda y ser tremendamente riguroso con toda la información que te llega. Para ello hay que dedicar tiempo a verificar y confirmar cualquier dato o noticia.
¿Que te hace sonreír?
Sobre todo, salir de mi zona de confort. Explorar nuevos mundos, nuevas preguntas y nuevas respuestas. Jugar en lugar de juzgar y practicar la mente de principiante: mirar el mundo con los ojos de esa niña inquieta que fui y que, por suerte, sigue viva en mí. La autenticidad y la espontaneidad son lo que me hace realmente sonreír. Y, por supuesto, mi familia, que es lo más valioso que tengo en este mundo.
¿Con qué sueñas África?
"Todos nuestros sueños se pueden hacen realidad si tenemos el coraje de perseguirlos". Ese es uno de mis lemas vitales, y hasta ahora, me ha funcionado. Aún tengo infinidad de sueños por cumplir: terminar el libro que llevo años escribiendo, viajar por el mundo para escuchar esas voces que pocos quieren oír, para tratar de ponerles un altavoz, ser corresponsal y, sobre todo, vivir cada día con más coherencia y tranquilidad.
Entrevista: Alberto López Escuer
Comentarios
Publicar un comentario