MARI CARMEN, EL CIELO HA GANADO UN ANGEL

 




Te has ido joven prima, teníamos casi la misma edad, has luchado hasta el final pero la enfermedad te ha vencido, cuando me lo comunicó mi hermano, guardé silencio y recordé muchas cosas que vivimos juntos en nuestra infancia.

Nuestras madres eran uña y carne, por eso nos veíamos a menudo, tu vivías en Zaragoza yo en Huesca, fuimos compañeros de juegos, de fiestas, pasamos buenos y malos momentos juntos.

La niñez, esa época en la que éramos felices y no lo sabíamos, luego nuestros caminos se separaron y sabía de ti por medio de mi madre.

Te recuerdo como una mujer con temperamento – una cualidad muy positiva- empoderada, pero sin darte importancia en este aspecto, tenías muy claro el papel que tenías en este mundo, trabajadora incansable, llevabas la honestidad por bandera, honrada a carta cabal.

Amiga de tus amigos y con un corazón tan grande que no te cabía en el pecho.

Recuerdo que te cantaba aquello de la Mari Carmen no sabe coser, la Mari Carmen no sabe bordar… Y nos reíamos mucho.

Algunas fiestas de Huesca las pasamos juntos en los locales de la Peña Zoiti donde teníamos algún amigo que otro, como por ejemplo Ana Grasa.

El cielo te ha recibido, no concibo que estés en otro lado, allí estarás con tus padres, qué pronto se fue el tío Colas, erais unos niños tu hermano Fernando y tú. También te reunirás con tu pareja que te precedió. Te encontraras en familia y con personas que te han querido y cuyo amor seguirá intacto en la eternidad.

No has caminado sola en estos últimos dieciocho meses de tu vida siempre has estado arropada por tu familia más cercana. Has dejado una huella en sus corazones que ni el viento ni la lluvia las podrán borrar.

Mari Carmen, no te has ido del todo, quedan tus recuerdos, tu sonrisa, tu entrega a los demás y tu bondad heredada de tus padres.

Tus hermanos y sobrinos te tendrán muy presente, no me cabe la menor duda.

Zaragoza está un poco mas triste sin ti y concretamente el barrio Oliver, donde cuando iba me recibíais con mucha alegría.

Juntos fuimos al cine, a pasar un verano a Fuentes de Jiloca, en aquel verano de 1978, las visitas al Castillo Palomar o a la huerta de Domingo, hace años que no paso por ese barrio pero lo considero un poco mío gracias a ti, Mari Carmen.

La muerte no es el final y no es un consuelo, para mí es una certeza. Hoy disfrutas de un sitio en el paraíso. Vuela alto Mari Carmen.


Alberto López Escuer



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