MI CUERPO NO QUIERE TU OPINIÓN
El título de este artículo lo leí en la chapa que llevaba puesta una amiga, y me hizo pensar que esa afirmación tenía toda la razón.
Hay personas que se permiten el lujo de verter su opinión sin que se la pidan sobre el estado físico de una persona, que si está gorda, flaca, calva, con mucho pelo, con poco… sin saber el daño que puede hacer ese juicio en la persona que lo recibe.
Lo sueltan con total naturalidad, suelo frecuentar un gimnasio para intentar ponerme en forma, suelo contemplar cuerpos fornidos y el mío dista mucho de ello, tampoco me importa. Veo verdadero culto al cuerpo en algunas de las personas que van a hacer ejercicio y se pasan horas y horas haciéndolo. Cuando voy al vestuario se ponen a hacer posturas delante del espejo, pues uno de estos se permitió -sin yo conocerlo – opinar sobre mi físico de una forma que no me gustó nada. Lo miré y le comenté que a mí me parecía muy ridículo lo que él hacía, a lo que él me contestó que eso era cosa suya, pues lo mismo que lo mío y no te he pedido ningún tipo de opinión y menos de un desconocido.
A una amiga mía le pasó algo parecido con una compañera de trabajo, que también se metió con sus kilos, parece ser que todos tenemos que tener cuerpos danone – como se decía antes-. Hacer deporte está bien, yo lo he hecho y lo sigo haciendo, pero de eso a hacer un culto insano al cuerpo va una distancia.
Estos “opinadores impertinentes” no saben la realidad que viven o vivimos los que por circunstancias nos hemos echado unos kilo gramos de más. Personalmente lucho contra ello pero sin obsesiones, eso no quiere decir que esté cómodo, ni mucho menos pero tampoco me voy a hacer horas y horas de gimnasio, ni dietas sin control, ya me he puesto en manos de profesionales para ir poco a poco haciendo camino, sin prisa pero sin pausa. También recuerdo que la actriz María Hervás también vivió una situación parecida cuando cogió un taxi y el taxista le comentó que estaba muy delgada, ella con la máxima tranquilidad le dijo que le parecía un comentario muy inoportuno, que ciertas apreciaciones no se podían hacer tan a la ligera, pues no sabia el motivo de su delgadez.
En definitiva que mi cuerpo no quiere ni necesita de tu opinión, nadie te la ha pedido.
Alberto López Escuer
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