NUREMBERG, EL MAYOR JUICIO DE LA HISTORIA


 

El juicio de Nuremberg juzgó a la cúpula del gobierno Nazi. Fue el primer proceso que se hizo a los dirigentes de un país por crímenes a la humanidad.

James Owen recopila en este libro los entresijos de este gran juicio. Podemos leer las declaraciones de Goering - que en más de una ocasión puso en apuros a los jueces-.Sobrecogedoras las palabras de Hess, el comandante de Auschwitz que, lejos de arrepentirse de las barbaridades que se hicieron en ese campo de concentración, justificó los crímenes con una gran frialdad.

Los dislates de Hess, que parecía lejos de estar en sus cabales.

Son las voces de los que vivieron en primera persona ese nefasto episodio de la historia contemporánea.El denominador común de las declaraciones de los acusados era cargar la responsabilidad al gran ausente de ese juicio, Adolfo Hitler. Algunos negaban la mayor, o decían desconocer la existencia de ciertos documentos, aunque fueran firmados por ellos. La amnesia también parecía invadir a algunos de los acusados.

Podemos leer los testimonios del psicólogo que estaba a cargo de los presos, el comandante  Gustave Gilbert, o de los jueces Norman Birkett  y Francis Biddle.

Un libro que te hace revivir desde un sitio privilegiado las jornadas de un juicio histórico, que fue el precedente de otros juicios que décadas después se llevaron a cabo en Yugoslavia, Ruanda o Irak.

Las penas no dejaron indiferente a nadie. Fueron condenados a la pena de muerte Goering, Ribbentrop, Keitel, Kaltenbrunner, Rosenberg, Frank, Frick, Streicher, Sauckel, Jodl, Seyss-Inquart y Bormann -este último estaba huido-.

A Hess, al ministro de economía Walther Funk y a Raeder se les impuso la pena de cadena perpetua.

Doenitz, Schirach, Speer y Neurath recibieron sentencias que oscilaban entre los diez y veinte años.

Fueron absueltos Hjalmar Schacht (ministro de economía, antecesor de Funk), Franz von Papen (desempeñó un papel importante en la designación de Hitler como canciller) y Hans Fritzsche (jefe de prensa y radio).

Las páginas más intensas son las que narran la ejecución de los condenados a muerte. Goering logró burlar la férrea vigilancia a la que estaban sometidos los prisioneros y se suicido en su celda.

Un libro que traslada a una época oscurísima del siglo XX, donde el genocidio fue justificado por el gobierno de un país que puso en jaque a un continente iniciando una guerra, la segunda en treinta años. Unos juicios, los de Nuremberg, que trataron de hacer justicia ante la barbarie del fanatismo Nazi.

 

Alberto López Escuer

 


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