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Claudia Escobar: “Creo que es fundamental preguntarse al menos una vez en la vida como crees que eres y cómo te ven los demás”

 



Claudia Escobar es una actriz que es todo corazón y sentimiento lo transmite en cada una de las respuestas de esta entrevista Una mujer comprometida con su profesión y con la sociedad.

 

1.      ¿De dónde surge tu vocación para dedicarte a la interpretación?

Es difícil saber exactamente cuando esta idea se convirtió en un algo concreto para llevarla a cabo. No creo que cuenten los momentos de cuando niña me disfrazaba y empezaba a soñar o a imaginar que era otra persona, pues todos los niños tenemos esos momentos. Si nos fijamos en los niños vemos que cuando se disfrazan, ellos realmente creen ser ese personaje que describe su vestimenta, libres de prejuicios y de preconcebir lo que piensan los demás, si es creíble o no, esto no importa para ellos, basta que ellos se lo crean para empezar a soñar. Cosa que creo merecedora de seguir como ejemplo a la hora de interpretar un personaje cuando ya se es adulto.

Lo que sí recuerdo perfectamente es que cuando me embarcaba en estos juegos infantiles era simplemente reconfortante, me olvidaba de mí y de toda preocupación, también de mis miedos, me divertía. Esta sensación sigue presente hoy en día cada vez que salgo al escenario. Pero si tuviera que poner un punto en el mapa temporal de este recorrido, señalaría los momentos en que mi abuela, “quien quiso siempre ser actriz y mi abuelo no la dejó”, decía, me recitaba y me cantaba cada tarde en su mecedora, después del almuerzo. Me invitaba luego por las tardes a sentarme frente a la televisión, porque “era la hora de las películas”, y ahí me quedaba, a su lado disfrutando de la trama hasta el final.

También recuerdo que en el colegio, durante las acciones matutinas que daban lugar al comienzo de las clases, siempre tenía un papel. Cuando se necesitaba recitar un poema de José Martí o de Nicolás Guillén, los profesores venían a mí y me pedían que llevara a cabo esa parte de la presentación. No sé, algo verían en mí. Le dedicaba mucho tiempo a aprenderme esos largos poemas porque me aterraba pensar que podía olvidar algún verso. A la hora de salir, frente a casi 300 alumnos, me temblaba todo el cuerpo, incluso la voz, pero me imponía como si se tratara de ir empujando un carro cargado de hierros. Al terminar me costaba describir la sensación que me dejaba, solo sabía que me sentía plena.

Todavía me cuesta describir esa sensación, que ahora ocurre de una manera más segura y humilde. Me quedo días pensando en ese momento y en algunos de la representación hecha, como si necesitara vivirlos una y otra vez.

Más tarde, al llegar a la adolescencia me convertí en una persona sedienta de conocer, de leer, de saber y de descubrir. Leía libros prohibidos durante el régimen castrista, escuchaba música extranjera, y me interesaban autores pioneros de movimientos literarios y teatrales. Recuerdo que un día, con 16 años, me “colé” en el teatro principal de mi ciudad. Milagrosamente no había nadie en la puerta y pude llegar hasta el escenario. Cuando entré me sorprendí muchísimo, había descubierto un espacio realmente mágico, incluso el silencio  presente tenía su música, nunca antes había escuchado algo igual. Me quité los zapatos para subir al espacio, aún tengo muchas veces esa necesidad, y me quedé ahí, tirada boca arriba con las plantas de los pies tocando la madera. Entonces descubrí toda la parafernalia de los focos y de las barras, la tramoya y el abismo que tenía encima de mí. Estaba ahí soñando cuando un señor, luego supe que era el Jefe de escena, me dijo que no podía estar allí, que solo los actores podían entrar. Pedí disculpas, me puse los zapatos y me fui pensando que si era así entonces iba ser actriz, no podía quitarme de la cabeza la sensación que me produjo estar en ese lugar. Y así fue. Un año más tarde estaba actuando en ese mismo espacio.

 

2.      ¿ Como es Claudia Escobar como persona?

Esta pregunta siempre nos hace mirarnos por dentro e intentar ser lo más honestos posible, jaja, como cuando nos dedicamos a una profesión como esta, ¿verdad?.

Me considero ante todo una persona extremadamente generosa, lo cual ha hecho que me lleve unos cuantos “batacazos”, aunque nunca me he arrepentido de serlo. Todos aquellos que me conocen bien saben que esta es la parte más visible de mi personalidad. Luego soy exigente, con los años he aprendido a no serlo tanto, aunque aún me cuesta. Cuando eres exigente en todo lo que haces llega un punto en el que sufres. He aprendido con los años que no todo puede estar bajo tu control, no todo puede hacerse de la manera en la que tienes concebidas las ideas. Me refiero concretamente a la hora de enfrentar un trabajo, porque ante la vida y sus diferentes circunstancias soy menos exigente. Haber nacido en una isla en la que el día a día resultaba muchas veces difícil, el haber emigrado desde joven, el haber visto tanta pobreza y el conocer tantas clases de personas en un mismo espacio geográfico, me ha hecho comprender la necesidad de ser una persona abierta, empática, tolerante, y sobre todo, una “superviviente”.

En lo creativo soy una “bomba” de ideas, jajaja. Muchas veces tengo que esforzarme para escoger entre tantas una. Me pregunto cuál es la más válida, cuál tiene un poco del ingrediente “novedad”. Claro, es de esperar que una persona que se interesa por los pioneros quiera pertenecer a la lista. Se busca también en parte un reconocimiento, ninguna persona con inquietudes puede decir que no lo hace. Es fundamental en lo personal llevar a cabo ideas que aporten, que hagan de los demás mejores personas, ese es uno de mis mayores afanes. Quizás por eso he ejercido durante tantos años como profesora de teatro. Es una de las profesiones que más disfruto.

Como parte negativa, debo reconocer que a veces soy pesimista, supongo que haber tenido que vencer tantos obstáculos para cumplir mis sueños ha hecho que siempre esté preparada para lo peor. Curiosamente este pesimismo me impulsa a seguir y a no rendirme nunca, me niego a fracasar. Creo que es fundamental preguntarse al menos una vez en la vida cómo crees que eres y cómo te ven los demás,

Por lo demás, soy muy sensible, a veces muy vulnerable, lo cual me hace ser más fuerte y valiente ante mis propios miedos, con los cuales aprendo cada día a convivir. en ese equilibrio es donde encontramos una parte importante de nosotros mismos. Tengo las ideas claras, cosa que gusta o no gusta, como la vida misma.

 

3.      ¿Cuál es el género teatral que hacéis en tu productora Kachumbambé Teatro?

Estamos abiertos a todo tipo de género, aunque he de reconocer que no nos interesa la “comedia fácil”, me refiero a la comedia que no lleve implícita un valor social. A la hora de escoger una obra no pensamos mucho en el género, sino en la forma en la cual está concebida, en el diálogo, en lo que se dice o se quiere transmitir, en fin, en la forma en la que está hecha. Como se dice en mi país, “si es de buena pluma o no”.

También he de reconocer que tampoco nos llaman la atención los dramas sin más. No nos interesa asomarnos por la rendija de un universo donde solo se vea el sufrimiento de los personajes. Particularmente, me vuelven loca los dramas que descansan en circunstancias universales, que no importe el tiempo transcurrido desde su nacimiento, porque lo que está escrito en ellos no tiene “tiempo”, pues resulta ser intrínsecamente humano. Por eso disfruto tanto rescatar “antiguas” dramaturgias. Creo que es imprescindible transmitir a las nuevas generaciones los valores presentes en ellas.

A nuestro modo de ver es fundamental adaptar la escena a los problemas actuales, y es que muchas veces estos problemas “actuales” siempre han estado ahí, es lógico pensar esto si tenemos en cuenta que los problemas humanos por resolver de alguna manera siempre reviven, vuelven y resultan ser objeto de una reeducación continua.

 

4.      ¿Qué tipo de personajes te gusta interpretar?

Esta respuesta viene muy acorde con la anterior. Un personaje que tenga “chicha” para mi es un personaje que tiene mucho que decir. Creo que una de las cosas más maravillosa que he podido experimentar es que el público se te acerque, después de una función, y te haga saber que lo que ha visto en la escena lo han experimentado ellos mismos, o alguien cercano a ellos.

A mi modo de ver no existen malos o buenos personajes, sino personajes “pobres” o personajes “ricos”. En este punto me refiero particularmente al universo interior del personaje. Un personaje que se conmueva y que sea capaz de conmover a los demás a pesar de sus actos, no tiene precio. El ejemplo más claro puede ser aquel personaje que se le considera “mala persona”, pero cuando indagas en su universo te das cuenta de que en realidad es una víctima más. Y no me refiero a un personaje que puedas justificar sus actos como resultado de lo que ha vivido, sino a ese que llegas incluso a defender. Al fin y al cabo no sabemos como vamos a actuar ante “algo” si ese “algo” no lo hemos vivido realmente. Un personaje que nos haga descubrir un universo diferente al nuestro, pero real, que puede suceder, incluso a nosotros mismos.

 

5.      ¿Como los preparas?

¡Ay, madre!, esta parte es un viaje único y muy personal. Cuando te formas como actor o como actriz aprendes muchas técnicas, las vividas y las que ya están escritas por los grandes maestros de la interpretación. También las de profesores fuera de las escuelas y cursos oficiales. Pero al final creo que el actor que se considere “bueno” en su profesión termina por construir su propio libro de recetas, que es el que con los años ha resultado funcionar a la hora de enfrentarse a un personaje, o mejor dicho a un carácter, prefiero este término. Por supuesto este libro está repleto de pespuntes caracterizados por todo lo aprendido.

Personalmente no creo en ese “sí mágico” de Stanislavsky que muchos entienden como el tener que revivir otra vez experiencias personales, que nos ayuden a sentir emociones iguales o parecidas a los personajes. Sí que creo en muchos puntos de su investigación, en aquellos que nos ayudan a aceptar las circunstancias del personaje para dar vuelo a nuestra imaginación.

A mi modo de ver, es imprescindible la imaginación a la hora de preparar un carácter. Es parecido a cuando te emocionas al ver una buena película, te emocionas porque tu imaginación se dispara y sin darte cuenta ya estás en el “pellejo” de ese personaje. Imaginación y empatía, dos ingredientes funcionales a la hora de preparar un personaje.

La actriz que llevo dentro se lee el texto con muchas, muchísimas ganas. Entonces ocurre un proceso que ya no conocerá fin, ni siquiera una vez estrenada la función. Muchas veces se habla de la necesidad de crear un diálogo interno, lo que llaman “pensamiento del personaje”, el cual es importantísimo a la hora de trabajar frente a una cámara, por ejemplo, con un primer plano, pues los ojos deben cobrar vida por sí solos.

Pero si te digo la verdad, cuando empieza el proceso de descubrimiento del nuevo carácter en mi caso, no solo se me dispara la imaginación para ver incluso la forma en que se mueve, el compás interno, la ropa que lleva (un ingrediente final que ayuda mucho), sino también la manera en que se relaciona con los demás, sus secretos, las emociones que necesita controlar y contener. Muchas veces me parece más interesante lo que oculta frente a lo que dice. Cuando paso por este proceso azaroso pero gratificante, el “pensamiento interno” del personaje o su discurso íntimo sucede de una manera automática, todo se entrelaza. Entonces tienes la sensación de que ya no eres tú quien lo lleva de la mano con ayuda de tu experiencia profesional, sino que ahora te lleva él para enseñarte y descubrir esa parte que no se describe en el propio texto.

Por eso amo tanto esta profesión, por todo lo que me brinda y me hace descubrir, incluso por lo que me hace destapar dentro de mí misma. ¡Ay, sí, qué bueno y sanador resulta olvidarse un poco de uno mismo para ser otro!, y curiosamente, sin desprenderte del todo de tu propio mundo interior.

 

6.      ¿Piensas que en nuestro país se cuida a la cultura?

Resulta tan controvertida cualquier respuesta a esta pregunta. Primero habría que definir “qué es cuidar la Cultura”, yo no me atrevo. Pero sí creo que hay dos puntos entre tantos que habría que tener en cuenta. Uno es la parte económica, la que hace posible sustentar un proyecto que, aunque personal o privado, es beneficioso para toda una sociedad. Justo lo que hace posible que no cierren espacios teatrales como el teatro de títeres “Clan de bichos” o el “Teatro Kamikaze”, recientemente clausurado por la situación actual, por poner solo dos ejemplos. Ambos espacios ahora inexistentes en Madrid, lo cual da mucha pena. Sin ir más allá, mi propia compañía, que aún me niego a cerrar, no quiero rendirme.

Existen otros países como por ejemplo Francia, que destinó en el mes de septiembre del 2020 al sector de las Artes Escénicas un presupuesto adicional de 432 millones de euros para apoyar a empresas de los sectores público y privado, autores y artistas. Para la misma fecha, en España, el ministro de Cultura continuaba sin anunciar ninguna medida relevante para el sector, cosa que provocó mucha incertidumbre y preocupación. Y es que a muchos de nosotros “se nos va la vida en esto”.

El otro punto, un poco más a criterio personal, es la calidad de las propuestas. Aquí juegan un papel fundamental aquellos capacitados para programar en los diferentes espacios teatrales, privados y públicos. Y es que creo firmemente que “el cuidar la Cultura” también lleva implícito cuidar lo que brindas al público en general. Con ello no quiero dar a entender que el criterio de los mismos, a la hora de dar la oportunidad a las diferentes compañías de ser programadas, es pobre o no apropiado, sino que dentro de todo muchas veces no se les da oportunidad a proyectos nuevos, a compañías emergentes, a artistas recién nacidos que tienen mucho que aportar, incluso muchas veces las nuevas dramaturgias no encuentran espacios si estas no son muy conocidas, aún cuando albergan un importantísimo valor cultural y artístico.

El término de Cultura es muy amplio. Seguramente esta pregunta merezca para muchos ser el cuerpo fundamental o único en un espacio de redacción. Por otra parte, me gusta pensar que sí, que en España se cuida la Cultura, solo que a veces se piensa más en los beneficios materiales que puede conllevar un proyecto. Viniendo de donde vengo he visto que es posible educar al público, no puede subestimarse, hay que brindarles proyectos culturales de calidad, que se acostumbren a recibir propuestas válidas, que aprendan a desarrollar un criterio personal minucioso en cuanto al arte en general. “Ser cultos para ser libres”, como dijo José Martí.

 

7.      ¿En qué proyecto estas trabajando ahora?

En febrero del 2020 tuvimos dos funciones con nuestra obra “Cervantes. El ingenioso”, parte de nuestro proyecto Autores en escena, una idea pedagógica en la que se incluyen a los autores que se estudian en los institutos dentro de la asignatura de Lengua Castellana y Literatura. Pues como ya dije, uno de los motores de nuestro trabajo artístico funciona para rescatar “antiguas” dramaturgias y poder hacerlas llegar a las nuevas generaciones. Además, teníamos programadas cinco funciones hasta junio, de esta obra y de la que trata sobre Valle-Inclán, y un Seminario en el CTIF de Madrid Sur, en el cual íbamos a brindar recursos para un aprendizaje dinámico y lúdico a través de las Artes Escénicas en las aulas. Todo plan se vino abajo.

Como a todos nos llegó la sorpresa, nada deseada, de tener que cerrar por las medidas sanitarias. Entonces se nos ocurrió ese mismo mes de marzo llevar a cabo un podcast que llamamos Autores en radio, una especie de hermano menor del proyecto Autores en escena. También quisimos que funcionara como apoyo a todos aquellos profesores de Lengua C. y Literatura que tenían que enfrentarse a la difícil tarea de enseñar desde la distancia. Una profesión que personalmente respeto muchísimo. Todavía puede escucharse el programa completo en nuestra página web de forma completamente gratuita.

Durante los meses siguientes a esta fecha se nos ocurrió producir el proyecto Autores en escena dentro de un contenido de medios, es decir, básicamente realizar Audio Teatro. Hacia el mes de septiembre encontramos una plataforma que hizo posible que ofreciéramos este producto, hablo de Scenikus, constituida en julio del pasado año y que reúne ofertas de artistas de todas las disciplinas mediante el streaming.

Agradecemos esta iniciativa que “nos vino de perla”, pues nos estaba costando conseguir un espacio en la radio destinado a  contenidos acordes al que ofrecíamos, como pueden ser Radio 3 o la RNE.

Este es el proyecto en el cual estamos ahora mismo sumergidos, acabamos de estrenar Valle-Inclán: Avaricia, lujuria y muerte en este formato que, aunque también disponemos de la obra para la representación con el mismo nombre, resulta todo una novedad. La necesidades artísticas y técnicas son completamente diferentes, cosa que incluso te obliga a dar un repaso a la dramaturgia. Resulta ser un proceso maravilloso.

Contamos, por otra parte, con un equipo extraordinario, la música original está a cargo del reconocido músico Robin Taylor-Firth y en la parte actoral comparto reparto con Alfonso Begara, una joya de actor, a veces intento recodar ese algo bueno que habré hecho para merecer poder trabajar junto a él. Claro, cuando pienso en el karma, jaja. A este proyecto le faltan muchas obras por hacer, obras de autores latinoamericanos, obras clásicas, obras contemporáneas y extranjeras, y otras que se vieron relegadas en el momento de su nacimiento, lo cual impidió la merecida trayectoria hasta nuestros días. Por pena resultan pocos conocidas y extraña vez representadas.

También existen otros proyectos, la obra infantil “El Cochero Azul”, que espera continuar con su montaje, una adaptación al teatro del cuento de la autora cubana Dora Alonso, escrito en 1975. Un sueño. También estamos distribuyendo y colaborando con una obra de teatro que dirige Artistas Y., “Noche oscura, lugar tranquilo” del autor colombiano Carlos Enrique Lozano. De la misma manera contamos con otros artistas, tanto actores como músicos. El Audio Teatro que acabamos de estrenar en Scenikus tiene un amplio equipo artístico.

 

8.      ¿Qué te hace perder la sonrisa?

La injusticia. Me pone los pelos de punta. Muchas veces me descubro soñando con ser uno de esos caracteres del universo cinematográfico de Marvel, con el poder especial de alejar todo aquello que nos hace daño, máxime cuando ni de lejos lo merecemos.

Me quita completamente la sonrisa ser testigo de un maltrato, ya sea humano, animal o con la naturaleza, me pone incluso de mal humor. Solo me tranquilizo cuando tengo la oportunidad de defender al que considero que lo necesita. Me encanta ayudar. No sé, esto y ser respetuosa con todo me hace sentir que aporto mi granito de arena más personal para hacer del mundo un lugar mejor.

 

9.      ¿En qué piensas antes de salir al escenario?

Lo primero que pienso es en ser honesta, no vale engañar. Lo siguiente que me viene a la cabeza es que me la voy a pasar “bomba”. Y justo antes de abrirse el telón me repito por dentro lo que tengo que tener en cuenta a la hora de actuar, una especie de compromiso conmigo misma que suena igual a la voz de un entrenador de boxeo, “olvídate del público para que no te venzan los miedos y tenlo siempre en cuenta mientras actúas”.

 

10.    ¿Con que sueñas Claudia?

Jaja, lo que sueño en lo personal me lo reservo. A medida que me hago mayor voy acumulándolos, y no lo digo desde mi parte pesimista, sino porque a medida que adquieres más conocimientos nacen nuevos sueños, al menos a mí me pasa, la lista puede abrumar, jaja.

En lo profesional sí que tengo sueños más concretos. Sueño con poder vivir de mi profesión, poder seguir dedicándome a ello, sin tener que preocuparme pensando en que tengo que hacer cualquier otra cosa diferente a actuar, para así lograr la sensación de seguridad personal en el sentido más económico.

Como actriz sueño con que los castings sean accesibles a todos los actores y actrices, incluso aunque no dispongan de un representante, “debajo de toda piedra puede haber un tesoro”. Sueño, ¿cómo no?, con un largo. Aunque he tenido la suerte de haber representado protagonistas la mayoría de las veces a lo largo de mi carrera teatral, me encanta soñar con poder pasar la experiencia de “pegarme” el viaje actuando en una película. Ya sea protagonista o no, con un recorrido bien definido de principio a fin, como los “ricos” caracteres dentro de esta profesión.


Entrevista: Alberto López Escuer

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