David Beriain y Roberto
Fraile eran reporteros. Unos reporteros que recorrieron el mundo centrándose en los lugares donde el conflicto y la
injusticia brillaban especialmente. Los mataron en Burkina Faso donde estaban
trabajando en un reportaje sobre la caza furtiva en ese país. Su convoy se topó con un campamento de terroristas
que les tendieron una emboscada. La noticia de su muerte heló la sangre de sus
familiares y amigos, tiñó de luto el mundo del periodismo.
Eran reporteros que no conocían el miedo y si lo conocían lo disimulaban. Nos mostraban la parte más oscura
del mundo. Eran testigos incómodos de situaciones injustas y las mostraban al mundo, con sus
reportajes. Un trabajo valiente, no exento de riesgos, como se ha podido ver.
Sabían de ellos y los asumieron.
Muchos hoy lloran su muerte.
Dejaron amigos en muchas partes del mundo y entre sus compañeros periodistas.
Hace poco pude ver una
entrevista que le hacían a David
Beriain y me quedo con una frase que dijo, que puede resumir su estilo de hacer
periodismo: “Sal ahí, cuenta lo que veas”.
Irak,
Afganistan, Congo, Fukusima, Amazonas… fueron algunos de sus destinos. Donde nos contaron
y fuimos testigos de combates, tráfico de drogas,
tráfico de inmigrantes... realidades que muchos quieren silenciar, pero que
ellos los mostraron.
Reporteros que recuerdan a
Manu Leguineche, Ramón Lobo, Arturo Pérez-Reverte o Gervasio Sánchez y tantos otros que hicieron del periodismo un
oficio digno, que nos acercaron a zonas de conflicto.
Eran prudentes, no eran
kamikazes, sabían donde se metían, amaban su oficio y un despacho no era un lugar que les gustara.
Hubieran languidecido en él, eso lo dejaban para otros.
Fueron y lo seguirán siendo referentes de un periodismo de frontera,
que nos llevaba a lugares donde otros no querían acercarse.
David y Roberto ahora vuelan
alto, pero han dejado un legado que otros cogerán y lo seguirán. Ambos dejan una huella en el corazón de quienes lo conocieron, que ni el viento ni la
lluvia podrán
borrar.
Alberto López Escuer
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