Eso parecen pensar los políticos de cierto signo, que representan lo más rancio y negativo de tiempos pretéritos, donde un
gallego de baja estatura mandaba con puño de hierro en nuestra piel de toro.
Si eres “mena” estas señalado y estigmatizado por estos políticos
bien pensantes que, a falta de ideas e
iniciativas, se dedican a intentar
inocular el virus del odio en nuestra sociedad. Como si no hubiéramos tenido bastante en este país durante la historia.
Solo son delincuentes los que
vienen de fuera. No diré que alguno lo sea, no voy a ser iluso, pero la delincuencia no ha
venido en pateras o en camiones. Ni con jóvenes que han entrado solos en nuestro país en busca de un futuro mejor. Ya existía de siempre la delincuencia, está presente en todos los países desde la noche de los tiempos. Señalar solo a un colectivo es ser corto de miras. Como si los nativos
del país fueran unos santos y no hubieran roto un plato
nunca.
Cuando el mundo va rumbo a la
globalización, estos
políticos y sus seguidores tratan de refugiarse en su búnker.
Tratan de convencerse y convencer de que cualquier tiempo pasado fue mejor y que ellos
son los vigías de
Occidente. Cuánto les gusta ser salvadores, cuando nadie les ha pedido que nos
salven de nada.
Algunos de estos “delincuentes nacionales” llevan corbata y hasta ahora
han sido reputados personajes. El vil metal les ha tentado y teniéndolo todo han querido más. Cuántos de estos son banqueros, políticos de todos los colores y gente de supuesto bien.
Cuando no se tiene programa
electoral es lo único que
se les ocurre a estos políticos. Se valen de la democracia
para intentar extender sus ideas dictatoriales en una paradoja que permiten
muchos mirando al otro lado o amparándose en la libertad de expresión. Una libertad de expresión que señala, estigmatiza siempre a los mismos, a
los que más necesitan ser acogidos porque se ven solos en un país desconocido.
Estos políticos, todos sabemos de que
formación son, sueñan con banderas
victoriosas que alguno bordó rojo ayer. Son agresivos y no permiten la
variedad, que por suerte da una democracia. Con su estrechez de miras se
permiten dar lecciones de democracia cuando sus argumentos son cuando menos xenófobos y que recuerdan a la Alemania del nefasto
nacional socialismo.
Alberto López Escuer
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