SAN ARTÉMIDES ZATTI, EL ENFERMERO DE LOS POBRES

 



El pasado 9 de octubre el Papa Francisco canonizó al coadjutor salesiano San Artémides Zatti-. Conozcamos a este nuevo santo, que ha llenado de alegría a la Familia Salesiana.

El papa Francisco describió al nuevo santo de una manera precisa y bella

Migrante, pariente de todos los pobres, salesiano coadjutor e intercesor por las vocaciones

 

DE ITALIA A ARGENTINA

Artémides Zatti nació en Boretto (Regio Emilia, Italia) el 12 de octubre de 1880. En 1897 emigró con su familia a Argentina, concretamente a Bahía Blanca. Artémides comienza a acudir a la parroquia dirigida por los Salesianos.

Contaba con 20 años cuando ingresó en la casa de formación que los salesianos tienen en la localidad de Bernaln- Buenos Aires-. Cuidando a un sacerdote salesiano tuberculoso se contagia de la enfermedad.

En 1902 es enviado  al hospital de San José de Viedma, para que se recupere. Es acompañado por el salesiano y médico Evasio Garrone. Pide y obtiene de María Auxiliadora la gracia de la curación con la promesa de dedicar toda su vida al cuidado de los enfermos.

En 1908, ya curado de la enfermedad, es admitido a ingresar en la Congregación Salesiana como hermano coadjutor y se le encomienda que se encargue de la farmacia anexa al hospital.

El año 1911 -mismo año en el que hizo los votos perpetuos Zatti- fallece don Garrone y Zatti pasa a encargarse del hospital y dirige su ampliación convirtiéndose en el primer hospital de la Patagonia Argentina.

Obtuvo la diplomatura de enfermería el año 1913.

 

CREÍ, PROMETÍ, SANÉ

Con motivo de la inauguración de un monumento funerario en honor a Don Garrone, Artémides Zatti escribe unas líneas, que son todo un proyecto de vida y donde deja claro cuáles son los pilares fundamentales de su vida.

«Si estoy bueno y sano y en estado de hacer algún bien a mis prójimos enfermos, se lo debo al padre Garrone, doctor, que viendo que mi salud empeoraba cada día, pues estaba afectado de tuberculosis con frecuentes hemoptisis, me dijo terminantemente que, si no quería concluir como tantos otros, hiciera una promesa a María Auxiliadora de permanecer siempre a su lado, ayudándole en la cura de los enfermos y él, confiando en María, me sanaría.

CREÍ, porque sabía, por fama, que María Auxiliadora lo ayudaba de manera visible.

PROMETÍ, pues siempre fue mi deseo ser de provecho en algo a mis prójimos.

Y, habiendo Dios escuchado a su siervo, SANÉ. [Firmado] Artémides Zatti».

Como buen hijo de Don Bosco y fiel al legado del fundador de la Sociedad de San Francisco de Sales -Salesianos- - "trabajo y templanza".

Llevó a cabo una gran actividad en favor de los enfermos, más allá de los dos hospitales en los que trabajó, también ocupó y se preocupó de los habitantes de la ciudad de Viedma y localidades cercanas. Realizó esta tarea con su habitual entusiasmo, sin querer conseguir ninguna satisfacción personal. No tomó ningún día de vacaciones. Su fama de santo se extendió enseguida, había enfermos que preferían la visita del enfermero Zatti que la de los médicos.

Como curiosidad, algunos dicen que los únicos cinco días que descansó fue cuando estuvo en la cárcel.  Estuvo en la prisión por la fuga de un preso ingresado en el hospital, fuga atribuida a Artémides Zatti. Fue liberado absuelto y su regreso a casa fue celebrado por muchos.

Su día a día era intenso como podemos leer en sdb.org.

A las 4.30 ya estaba levantado. Meditación y Misa. Visita a los enfermos. Después salía en bicicleta a visitar a los enfermos en la ciudad. Después del almuerzo jugaba con entusiasmo un juego de bochas con aquellos que se estuvieran recuperando. Desde las dos a las seis de la tarde, visitaba nuevamente a aquellos en el hospital, así como también aquellos afuera del hospital. Después hasta las 8 de la noche trabajaba en la farmacia. Luego de vuelta al hospital. Hasta las 11 de la noche estudiaba medicina y, finalmente, leía algo espiritual. Después iría a descansar pero siempre estaba a la orden para cualquiera que solicitara ayuda”.

Supo ser signo y portador del amor de Dios para los que más le necesitaban. Siempre solícito, supo ver el rostro de Jesús de Nazaret en cada uno de los enfermos que trató, siempre al lado de ellos cada uno de sus días de su vida.

Fue un hombre simpático, sociable, dedicando tiempo a los humildes, pero sobre todo era un hombre de Dios y lo trasmitía con su presencia y acciones. Un médico da un testimonio de esto último «Cuando veía al señor Zatti, vacilaba mi incredulidad», también fue instrumento para afianzar la creencia en Dios, «Creo en Dios desde que conozco al señor Zatti», narra una persona que conoció y tuvo trato con San Artémides Zatti.

 

 

 CAÍDA Y ENFERMEDAD

En 1950 Zatti cayó de una escalera y fue en esa ocasión donde tuvo los primeros síntomas de un cáncer, que él mismo se diagnosticó.

Esto no le impidió que siguiera realizando su trabajo con el mismo celo apostólico.

En 1951 la hermana muerte le visitó falleciendo el 15 de marzo, tras un tiempo de sufrimiento aceptado con serenidad.

Todo el pueblo acompañó al cortejo fúnebre de Artémides Zatti.

El acompañamiento al cementerio fue imponente. Seguían el féretro el obispo, Mons. Borgatti, las autoridades de la gobernación y de la municipalidad, que ordenaron el cierre y suspensión laboral de todas las oficinas públicas. El empresario del servicio fúnebre dispuso un servicio de primera clase. Al finalizar el Padre Inspector, propuso a todos la tarea de juntar testimonios, recuerdos, anécdotas para preparar una biografía”.

P. Feliciano López

Juan Pablo II lo declaró Beato el 14 de abril de 2002.

Francisco, lo canonizó el 9 de octubre de 2022.

Festividad el 15 de marzo (13 de noviembre, en el calendario litúrgico propio de los Salesianos).

Su cuerpo descansa en la capilla de los Salesianos en Viedma.

 

El Rector Mayor de los Salesianos Ángel Fernández Artime dedica unas preciosas palabras al nuevo santo y lo que supone para la iglesia y para la Familia Salesiana

 

"Será un santo intercesor por las vocaciones en la Iglesia y en la Congregación salesiana, en particular en la hermosa vocación de los salesianos coadjutores”.

 

 

 

 

 

 

Alberto López Escuer

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