SIN LUZ EN LA CAÑADA REAL
Curiosos y dramáticos contrastes los que se dan en nuestro país. Mientras unos disfrutan de muchos watios para
decorar sus calles y presumen de ello, otros no tienen ni para poder verse
entre ellos.
Normalizamos esta situación de una manera que a uno le entra miedo de lo
impasible que puede llegar a ser el ser humano ante esa injusticia. Pero, claro, parece que impera eso “de mientras no me toque a mí, quieto en la mata”.
En La Cañada Real viven esta situación un día sí y otro
también desde hace dos años o más. Madrid estos días tiene engalanadas sus calles con luces de mil
colores para celebrar las fiestas de Navidad. Se les olvida que Jesús nació en Belén y no en Las Vegas. No hace falta tanto derroche,
aunque utilicen bombillas led, porque a pocos kilómetros de ellos habrá unos ciudadanos también madrileños que vivirán estas fechas a oscuras, o se las ingeniarán para
por lo menos tener un poco de luz. A este problema se le añade la falta de
agua, el líquido elemento tampoco lo tienen. De calefacción ni hablamos, el frío se les mete hasta lo más
profundo de su ser. No sé cómo han
aguantado tanto. Protestar, protestan pero nadie les escucha, o tal vez no
quieran hacerlo –
tengo esa duda-. Los responsables de esta situación hacen oídos sordos a la petición de estos vecinos de Madrid. Eso en el centro de la
capital y el resto de la misma, la luz ilumina cada uno de los hogares,
sobrando para decorar sus calles. Es una situación muy injusta y
lacerante, que parece que va para tiempo su posible solución.
La presidenta de la Euro cámara Roberta Metsola decía atónita que
“no se creía que en la capital española existiera un barrio en
construcción donde se produce la violación de derechos fundamentales, como es el suministro
eléctrico”. Reacción a lo que le contaban tres representantes
de este lugar que se trasladaron a Bruselas a denunciar la situación que viven.
Unos tanto y otros tan poco, o nada, siendo un derecho de ambos.
Alberto López Escuer
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