¿PERO QUÉ ESTAMOS HACIENDO?




Esa es la pregunta que me hago cada vez que veo, oigo o leo noticias sobre los migrantes. Sin empacho alguno les estamos cerrando las puertas, les negamos el pan y la sal, los vendemos por unos millones de euros, aunque lo disfracemos de otra cosa. Unos por acción y otros por omisión no hacen nada por aliviar esta situación. Otros callan y algunos se lavan las manos  como aquel gobernador romano de Judea de apellido Pilatos.

Sólo un líder mundial se ha acercado a consolarles y a mostrarles su apoyo, el Papa Francisco, los demás ven la situación desde lejos. Pero siempre hay justos bajo el sol y los voluntarios que cada día atienden a los miles de refugiados, son la esperanza de muchos de ellos. Personas que dignifican a otras personas, que las acogen, que les miran los ojos cuando más perdidos están. Son los buenos samaritanos del Siglo XXI.

Con nuestro silencio estamos permitiendo una gran injusticia que algunos la contemplan impertérritos y la justifican. Pero cuando sus países han ido a esquilmar África, algunas de las naciones que son ricas en diamantes han mirado hacia el otro lado. Ni que decir tiene los que hacen de la venta de armas un negocio lucroso que llena las arcas del Estado que las vende, entonces a callar.

¿Pero que estamos haciendo? Esa pregunta tendría que turbar la conciencia de los que pueden hacer algo para que los migrantes tengan un futuro mejor y no lo hacen. Se escudan en miles de justificaciones que adormecen sus conciencias.

Nuestros hermanos que huyen de la guerra, la miseria y no sé cuántas atrocidades más, buscan un refugio, un poco de comida y por qué no, un futuro mejor. Llaman a nuestra puerta y no les abrimos ¿Pero que estamos haciendo?

Alberto López Escuer


Fotografía: ACNUR/Roger Arnold

Comentarios

Entradas populares de este blog

QUIERO HECHOS, NO PALABRAS. SI QUIERO PALABRAS, ME LEO UN LIBRO

SARA MORTENSEN, O EL TRABAJO BIEN HECHO

JOSEAN, EL HOMBRE SERENO