ESCUCHEMOS A NUESTROS SABIOS
No me refiero en este caso escuchar a los
intelectuales, a los especialistas en diversas materias, que también hay que hacerlo. En este caso es escuchar a
nuestros ancianos, que acumulan mucha sabiduría. Me gusta sentarme
a conversar con alguno de ellos, son un pozo de experiencia. Han vivido mucho y
han visto de todo y la sociedad a veces se olvida de ellos. Resultan un estorbo, molestan… cuán lejos de la realidad.
Son nuestros sabios, la voz de la experiencia, aunque
normalmente predican en el desierto pues nadie les escucha. Los más jóvenes piensan que lo saben todo, que son los verdaderos sabios. Nada más atrevido que la ignorancia o creerse más que nadie. Nuestros sabios han vivido muchas
batallas, momentos difíciles, noches
largas donde pensaban que nunca iba a salir el sol. No lo han tenido fácil, por eso cuando hablan lo hacen sabiendo de lo
que hablan. Son dignos de admiración y lo que
menos merecen es el olvido o no ser escuchados. Algunos los critican, pues solo hacen que contar
como dicen ellos “sus batallitas”, no se entretienen en escuchar lo que dicen.
Algunos carecen de la formación necesaria, pero lo han compensado, como decía mi madre, con “la universidad de la vida”, de la cual son doctores.
En la pasada pandemia algunos de ellos fueron los
grandes olvidados. Muchos muriendo en
soledad y sin las atenciones debidas, más de un responsable no dormirá tranquilo pues permitió eso. Dejaron a su
suerte a unos ancianos que son parte de nuestra sociedad. Qué bien se ganaron el derecho a ser cuidados de una
manera digna. Por desgracia, no
todos pensaron lo mismo en ese momento.
Escuchemos a nuestros sabios, seguro que aprendemos
mucho. Seamos más
humildes, nos irá bien, seguro que muy bien.
Alberto López Escuer
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