JULIÁN Y SANTOS PASARON HACIENDO EL BIEN

 



 

O viceversa, pues como dice la frase, tanto monta, monta tanto. Son dos amigos a los que considero hermanos y que el destino ha querido que murieran el mismo día, doble tristeza y doble ausencia.

Santos era salesiano y se desgastó por los jóvenes y como ha dicho uno de sus hermanos de congregación, como Don Bosco hasta el último aliento lo dio por los jóvenes. Un hombre positivo, lleno de energía, muy activo, creativo y lleno de buenas ideas para mejorar la vida de los demás.

Hombre sencillo, siempre dispuesto a echar una  mano, sabía hacer comunidad, aportaba sus talentos al servicio de la misma, su trabajo era discreto no le hacía falta ningún tipo de estridencias, sabía cual era su sitio, siempre que hablábamos aprendía algo, la última vez un verano en la comunidad de Logroño, donde estaba destinado y donde ha dejado una huella profunda. Muchos amigos le echarán de menos, como el que suscribe. Manejaba las redes sociales y también nos escribíamos por ellas, me encantaban las fotografías que sacaba de montañas, flores o paisajes, se lo decía. Esas fotografías parecían un homenaje a la Creación. El destino también ha querido que su funeral sea el 31 de enero, día de San Juan Bosco, que seguro que lo acoge con los brazos abiertos.

Julián era un hombre bueno como lo era Santos, paso por la vida haciendo el bien, era voluntario de la Pastoral penitenciaria, llevaba el Taller de Lectura y coincidíamos los lunes cuando yo entraba para el Taller de teatro. Enseguida conectamos, era un hombre de buena conversación, hablamos de muchos temas en el recorrido que nos llevaba a nuestros diferentes módulos.

Hombre comprometido, siempre con una sonrisa, acogedor, sencillo y con ganas de hacer algo positivo por los demás.

Como me ha pasado con Santos ha sido un jarro de agua fría cuando me he enterado de su fallecimiento. Cuando tecleo estas líneas muchos recuerdos me vienen, tanto de Julián como de Santos.

Julián transmitía mucha bondad, ha luchado con todas sus fuerzas contra la enfermedad, pensábamos que con su ánimo positivo la vencería, pero no ha sido asi, le ha ganado la partida y nos ha dejado a los que le queríamos un gran vacío en el corazón. Siempre estará en nuestro recuerdo, pues era un hombre que sabía llegar a ganarse la amistad. La última vez que estuve con él le presenté a mi hija y me dijo, qué hombre más majo. La verdad que era majo, que supo ser signo y portador del amor de Dios a su prójimo en especial a los más necesitados, fue un honor ser testigo de ello.

 

Julian y Santos, dos hombre buenos que murieron el mismo día y que ahora comparten paraíso.

 

Alberto López Escuer

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