No hace mucho asistí a un funeral que me pareció único por las circunstancias que se vivieron. Unas
circunstancias que pese a tratarse de un funeral trasmitían mucha vida.
La eucaristía era por una mujer de más de noventa años, quienes le hicieron esta eucaristía fueron sus vecinos de portal. Sus familiares eran
muy mayores y no se pudieron hacer presentes y a otros más jóvenes las restricciones debido al covid 19 les
impidieron trasladarse.
El funeral fue un espejo de
lo que era ese vecindario, una familia.
La finada era muy querida por
todos ellos, no en vano, como leyó una de sus vecinas, fue madrina de bautizo de algunos de los más jóvenes.
Los últimos días de su
vida recibió el amor y
el cuidado de todos sus vecinos.
Todo un ejemplo de cariño,
familia y compromiso. Actualmente los vecinos apenas se conocen y de sus vidas
sabes poco o nada. Se opta por meterse cada uno en su casa y no querer saber
nada de nadie o vivir en casas sin ningún vecino alrededor.
Alguna vez he escrito en este
mismo blog que yo vivi en un vecindario donde todos nos conocíamos y nos queríamos aceptándonos en
nuestras diferencias. Ahora muchos años después vivo en una escalera parecida a la de mi infancia
en Huesca.
Fue un momento muy especial
que te reconcilia con el ser humano,
Un vecindario que sabe ser
familia y que lo ha demostrado con creces y seguro que lo sigue haciendo.
Alberto Lopez Escuer
No hay comentarios:
Publicar un comentario